martes, 10 de abril de 2012

RECORRIDO POR UNA EXPOSICIÓN

MÁS ALLÁ DE LAS CENIZAS DE NUESTRO PROPIO VESUVIO. El arte, considerado como algo que sirve para decorar, es un tema. El otro, que pretende ser la plasmación de una investigación, es diferente. Requiere una concentración especial. Es una cuestión de tiempo. La misma duración que necesitamos para escuchar el discurso de una persona que tendría una idea interesante para transmitir. En este sentido, la voluntad de percibir rastros del HECHO DE EXISTIR, cada cual a su manera, nos conduce a mirar, sentir, observar las obras realizadas con preocupación contenida por Marta BALLVÉ. En el transcurso del camino mental que practicaremos, siguiendo su obra, podremos descubrir las huellas de unos momentos vividos en plena madurez. Las estructuras respiran diferentes posibilidades de organizar unos recuerdos concentrados en el más mínimo de sus detalles. Fondo y contra-fondo. Plomadas que tantean una razón de ser. Horizontes que huyen de su propio punto de fuga. Diagonales escasas. Curvas para rodear ideas o conectarlas. Constelaciones de sorpresas para experimentar en cada esquina de una frase. Frases? Sí puesto que, aparte de su plasticidad, el contenido de la obra de Marta BALLVÉ tiene mucho que decir. Vista deprisa o de lejos, podría parecer fríamente casual. Los personajes están atrapados por la aura de sus historias. Pertenecen a unos instantes emocionales donde la duda está latiendo entre destinos insospechados. Por eso, quizá, los grafismos nerviosos plantean preguntas a la materia. Las tentativas de lectura dirigidas tanto al pasado como al futuro, son múltiples. Impregnan el espacio comprensivo de tal manera que, sólo el HILO CONDUCTOR que, a veces aparece, nos podría resolver algunos de sus sentidos. El recorrido visual está sembrado de fragmentos redistribuidos en unos compartimentos bajo tensión. Por eso, mirándolo detenidamente, nos convence de la plenitud del trabajo de la artista. Una labor que existe al momento de dialogar con símbolos en estado vivo. Es decir llegar a la TOMA DE CONCIENCIA de unos episodios activos tanto dentro, como fuera de nosotros mismos, o en otra dimensión. Sólo tenemos que concentrarnos para escuchar y conectar con su realidad. Establecer el puente entre la parte que conocemos y la otra que tenemos que descubrir. La vida simbólica pertenece a un capítulo de nuestra imaginación hecha para vivir y explorar la multiplicidad del conocimiento que se encuentra ante el umbral de las puertas que nos rodean. ¿Nos atrevemos franquear las obras de Marta BALLVÉ? L’ALTRANGE (Conferenciante)

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